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Jueves, 5 de Junio del 2025

Lo que una historia clínica puede contar más allá de la medicina

 

Hace unos días empecé a digitalizar las historias clínicas de mis consultantes. Estaba buscando un software que se adaptara a mi manera de trabajar y me encontré con Medioffice. A simple vista, su nombre parece pensado para el ámbito médico, pero me sorprendió descubrir lo útil que puede ser también para quienes trabajamos desde otros espacios del cuidado, como el masaje profesional.
Me permite organizar los registros de las sesiones, tener a mano la evolución de cada caso y anotar pequeños detalles que a veces, en el papel, se terminan perdiendo. Y fue en ese proceso —mientras pasaba de lo escrito a lo digital— que me detuve a pensar en la historia clínica como algo más que un protocolo médico.

La historia clínica, esa que solemos imaginar en hospitales o consultorios, también tiene un lugar en nuestra práctica. Tal vez no con los mismos términos, ni con la misma formalidad, pero sí con la misma intención: cuidar con conocimiento, acompañar con atención.

Muchas veces, cuando alguien llega a una primera sesión, lo hace con una mezcla de tensión, ansiedad y ganas de sentirse mejor. Y detrás de cada músculo contracturado, de cada hombro que no baja o de cada espalda que cruje, hay una historia. Algunas veces esa historia está relacionada con lo físico, claro, pero otras tiene que ver con el estrés diario, con lo emocional, con lo que el cuerpo guarda en silencio.

Entonces, ¿por qué no anotar eso? ¿Por qué no construir una historia clínica que nos hable del cuerpo de esa persona, de su recorrido, de sus cambios y de cómo va respondiendo al masaje?

No se trata de llenar formularios fríos, sino de dejar constancia, con respeto y confidencialidad, de lo que ese cuerpo nos cuenta. De lo que nos dice en la camilla, sesión tras sesión.
Anotar que hoy estaba más cansado, que le dolía más el cuello que la semana pasada, que mencionó un cambio de trabajo, o que algo lo tenía más ansioso. Todo eso importa. Porque el cuerpo no es solo músculo y hueso. El cuerpo siente, y nos habla… si sabemos escucharlo.

Llevar una historia clínica también es una forma de decir: "te estoy mirando en tu totalidad", no solo como un conjunto de zonas doloridas, sino como alguien con una historia, con procesos y con ritmos propios.

Para mí, esta práctica me ha ayudado a ser más consciente de mi trabajo. A no tocar por tocar, sino a tocar sabiendo. A volver a leer lo que pasó la vez anterior, a anticiparme a posibles molestias, a seguir de cerca cómo va evolucionando cada persona que me elige para acompañar su bienestar.

Y creo que esto también es parte de profesionalizar nuestro rol. Porque el masaje no es un lujo, ni un mimo pasajero. Es una herramienta poderosa de conexión, de alivio, de cuidado. Y merece ser tratada con responsabilidad.

Así que si sos masajista, terapeuta corporal o simplemente alguien que trabaja con el cuerpo del otro, te invito a que pruebes. A que empieces a registrar. No solo por vos, sino por quienes confían en vos. Porque cuando cuidamos con conciencia, el cuerpo lo siente… y lo agradece.